¡Cuarenta y tres años y un Ideario!

Vista nocturna del Edificio Académico.
Fotos por Harry Díaz.

Hoy cumple 43 años la Universidad Francisco Marroquín y celebramos el Ideario que la hace única, no sólo en el cumplimiento de su misión y en el logro de sus valores, sino en su éxito en la consecución de la excelencia académica.

El Ideario se remonta al 27 de febrero de 1971 cuando fue aprobado por el Patronato pro formación de la Universidad y en 1978 le fue añadido el capítulo sobre Libertad Académica. El siguiente es un resumen de aquel conjunto de ideas integradas que son el fundamento de La casa de la libertad:

Preámbulo
Por razones que se presentan en el resto del texto, se afirma que las Universidades no pueden ni deben tomar parte activa en los conflictos contemporáneos, lo cual no significa, desde luego, que deben dar la espalda a dichos conflictos. Y se señala que no es necesario que del concepto de la Universidad como torre de marfil, aislada de la problemática de su tiempo, se pase al concepto de la Universidad como institución dedicada a actividades propias de partidos políticos o de agencias gubernamentales.

Por eso se sugiere que – puesto que la naturaleza de las instituciones de educación superior exige que se continúe pensando en ellas como centros de estudio suficientemente alejados de los conflictos de su tiempo – la nueva Universidad ha de concebirse como una torre de cristal que asegure el necesario alejamiento pero que no impida que la Universidad esté atenta a las situaciones del presente y vigilante de su probable rumbo .

Teoría y práctica
La nueva Universidad pondrá énfasis en la buena formación teórica para asegurar una mayor efectividad práctica. Es un error pensar que la forma más adecuada de lograr la eficacia profesional consiste en hacer de lado la teoría y concentrar los esfuerzos en la enseñanza de técnicas específicas. Toda práctica consciente involucra la aplicación de una u otra teoría y entre más teórica es la práctica más práctica o eficaz será la teoría. Teoría y práctica son dos aspectos de la misma realidad: la acción humana, y se complementan en vez de estar en conflicto. Quien sabe hacer algo y no sabe por qué lo hace está en desventaja respecto de quien sí sabe por qué hace lo que hace. El primero no posee la teoría pertinente; el segundo sí.

La crisis de la razón
Uno de los resultados más importantes de la educación es que quienes se educan o, lo que es lo mismo, quienes logran desarrollar sus capacidades racionales positivas, son tolerantes de las ideas y de los derechos de los demás.

Se sugiere que la violencia en el mundo contemporáneo es, al menos en parte, resultado de la intolerancia y, por consiguiente, una señal inequívoca del fracaso universal de la educación en el logro de su más básica finalidad. También se afirma que el rechazo irreflexivo de algunos de los valores fundamentales de nuestra civilización es parte de la misma crisis cultural de nuestro tiempo.

La Universidad ante la crisis
Si, como hemos apuntado, la crisis de la razón en nuestro tiempo es resultado de una educación defectuosa, la forma más efectiva de hacerle frente a la crisis es ofrecer una mejor educación superior.

Los jóvenes necesitan orientación para que su entusiasmo y su vigor sean benéficos para ellos mismos y para la sociedad. Es, pues, urgente hacer ver a la juventud que la búsqueda de su propio perfeccionamiento es lo único que está bajo su control efectivo y que dicha búsqueda no puede menos que redundar en beneficio propio y de los demás.

Universidad y política
Se sostiene que el creer que a las Universidades compete preocuparse por la solución de los problemas sociales descansa sobre dos ideas equivocadas: a) que la misión de las Universidades es, al menos en parte, política; b) que las Universidades son centros de servicio social.

Se ofrecen razones para sostener que la politización de las Universidades, que se origina en su preocupación por el desarrollo social, conduce a que su contribución al desarrollo sea menor de lo que podría ser; ya que «politización» obstaculiza la docencia y la investigación, que son las actividades universitarias que redundan en beneficio colectivo.

Universidad y servicio social
Se argumenta que las Universidades no existen para servir a la sociedad, pese a que cuando cumplen su misión académica, de hecho sirven a la sociedad.

Se muestra que la idea de que las Universidades son centros de servicio social o dispensarios de la cultura es una idea equivocada. La eficacia social o el servicio social efectivo de las Universidades depende de la calidad de la docencia y de la investigación que en ellas se realicen y esa calidad se ve disminuida cuando las Universidades se organizan y funcionan tomando como modelo lo que debe ser un centro de servicio social.

Libertad académica
Se reconoce el derecho de enseñar que tienen individuos o grupos de individuos, pero se pone énfasis en la libertad académica que tienen las instituciones privadas de enseñar aquello que consideren verdadero, falso o útil. Si un profesor acepta enseñar lo que se le pide, entonces se incorpora al claustro de la institución.

Contacto:
Gabriel Calzada
Rector
rectoria@ufm.edu


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