«Cuando el salario mínimo incrementa, sin incremento correspondiente en la productividad, causa un excedente de trabajadores, como cualquier estudiante de primer año de economía entiende. Pensar lo contrario es absurdo, porque implica que habrá empleadores contratando trabajadores, incurriendo en pérdidas. Esto no solo es contrario a los incentivos económicos del empleador (digamos, contratar un trabajador por Q15/hora que solo produce Q10/hora), sino que es imposible, porque perdería en el proceso competitivo del mercado (por ineficiente) y lo lleva a su extinción como empresario (a la quiebra)», dice el estudio titulado ¿Cómo se compara el salario mínimo de Guatemala? Una comparación regional y las consecuencias del reciente incremento, publicado en UFM Market Trends por Olav Dirkmaat.
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Dicho lo anterior, el doctor Dirkmaat explicó que «en la práctica, el guatemalteco tiene necesidad y no queda en el desempleo. Al contrario, termina en el mercado laboral negro, mejor conocido como «la informalidad». En el mercado negro, el trabajador no tiene ninguna protección bajo la ley. Tal como no se puede alegar en la DIACO por una mala compra o estafa de marihuana (porque es una sustancia ilegal), el trabajador no tiene muchas opciones cuando sufre abusos, no le pagan o tiene algún otro conflicto contractual si está en la informalidad. Por lo tanto, la tasa de informalidad es la contraparte del salario mínimo: cuanto mayor el salario mínimo (relativo a la productividad), mayor será la informalidad. Este es el motivo de por qué, a pesar de modestos incrementos en la productividad, la informalidad en Guatemala ha aumentado en el tiempo: los aumentos en el salario mínimo han sido mayores que los incrementos en la productividad, ocasionando desempleo e informalidad».
En el estudio, el investigador añade que «Guatemala tiene un salario mínimo y costo laboral mínimo muy alto con relación a la productividad, de tal modo que el costo laboral mínimo supera la productividad media. Esto implica que el salario mínimo en Guatemala traerá consecuencias negativas para los mismos trabajadores, ya que su productividad está por debajo de lo que el empleador está obligado a pagar por ley».
Al comparar el salario mínimo de Guatemala con la productividad media, se observa que, «por desgracia, Guatemala termina perteneciendo a un desafortunado “club de 4” con países como Bolivia, Nicaragua y Honduras, estos mismos secuestrados por políticas antidesarrollo relacionadas con el salario mínimo. Estos países han sido incapaces de aumentar la productividad de sus trabajadores, pero a la vez se han empeñado, como medida populista, a subir, subir y subir el salario mínimo, con el reciente aumento de 10 % por el gobierno actual como trágico punto culminante», lamentó Dirkmaat.
Olav Dirkmaat es profesor de Economía en la Universidad Francisco Marroquín y chief investment officer (CIO) de Hedgehog Capital. Fue vicepresidente en Nxchange y GoldRepublic. Es doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.
Contacto:
UFM Market Trends
trends@ufm.edu
Guatemala, 14 de enero del 2025
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