«Cuando estudiaba en la Universidad de Virginia, noté un problema con la clasificación de arte que hace Charles Batteux. Él dividió las artes en tres categorías: «mecánicas», destinadas a satisfacer necesidades físicas; «bellas», orientadas a proporcionar placer; y un «tercer tipo», que incluye retórica y arquitectura, por ser útiles y placenteras. Sin embargo, su clasificación no delimita claramente las categorías, ni evita que una misma disciplina pertenezca a más de un grupo», explicó Warren Orbaugh, autor de Arte, un libro que analiza este concepto «para establecer de una vez por todas qué es y qué no es una obra de arte».
El autor también señaló que «Jean Le Rond d’Alembert incluyó entre las bellas artes, en la Enciclopedia de Denis Diderot, a la arquitectura, al considerarla un arte imitativo. Esto agravó el problema de la clasificación defectuosa que Batteux quiso evitar con su tercer grupo. No obstante, la clasificación de d’Alembert prevaleció, sin duda por el prestigio de la Enciclopedia».
«El resultado fue la discusión sobre si la arquitectura debía considerarse como una de las bellas artes o parte de las artes mecánicas o utilitarias. Para agravar el problema, Marcel Duchamp cuestionó y logró desmantelar el concepto de “arte” burgués al sugerir que cualquier cosa podía ser arte si el artista así lo declaraba. Esto marcó el inicio de una crisis psicoepistemológica que aún presenciamos hoy, en la que algunos individuos exigen ser tratados como mujeres porque ellos “se perciben como hembras”, u otros que afirman identificarse como perros, bebés o caballos, entre otras aberraciones.
El propósito de estas ideas degeneradas es revertir el proceso de cómo conocemos la realidad: pasar de observar e identificar los objetos percibidos a imponer que la realidad se ajuste a los deseos individuales. El éxito de estos planteamientos lo vemos en fenómenos recientes, como cuando convencen a un grupo de crédulos ingenuos a pagar grandes sumas de dinero por “mierda de artista” o por “un plátano pegado con cinta adhesiva a una pared”», explicó Orbaugh.
«Me pareció que era hora de corregir de una vez por todas ese error epistémico y ofrecer una clasificación y definición clara del arte y la belleza, según su género y diferencia. Es psicoepistemológicamente importante que las personas tengan claras las ideas y que sepan objetivamente qué es “arte” y qué es “belleza”. Por eso escribí el libro Arte», concluyó.
Warren Orbaugh es arquitecto, filósofo, escritor y profesor de la Universidad Francisco Marroquín, donde imparte clases en la Facultad de Arquitectura y en el Centro Henry Hazlitt. También dirige el Centro de Estudio del Capitalismo.
Es arquitecto por la Universidad Rafael Landívar y cuenta con un Master in Architectural History de la Universidad de Virginia. Es autor de libros como El retorno del superhombre, El método literario de Ayn Rand y de la novela Hágase justicia, así perezca el mundo.
Contacto:
Centro de Estudio del Capitalismo
capitalismo@ufm.edu
Guatemala, 24 de enero del 2025
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