María Cristina de Pinto: Atrévanse al trabajo más satisfactorio que hay

La jueza, María Cristina de Pinto en el juzgado que dirige

Mi idea es motivar y fomentar que los estudiantes de la Universidad Francisco Marroquín vean que es atractivo trabajar en el Organismo Judicial; y si logran entrar en este mundo descubrirán lo fascinante que es este trabajo, dijo la licenciada María Cristina Fernández de Pinto, jueza quinta de Primera Instancia del Ramo Civil, y graduada de la Facultad de Derecho de la UFM.

Creo que uno no se plantea esa posibilidad durante los cinco años de estudios y cuándo llega el final de la carrera lo último que se le ocurre es venir a trabajar aquí.  Quiero presentarles las cosas buenas y las satisfacciones que se tienen no sólo trabajando en el Organismo Judicial, y en un juzgado; sino en el sector público en general, añadió, al explicar la razón por la cual aceptó la siguiente entrevista.

¿Qué es lo fascinante de trabajar como juez, específicamente?

Es una forma de contribuir un poco con el país, y esa creo que es una parte importante y que da mucha satisfacción personal.  Yo dije, bueno…voy a llegar ahí, voy a hacer lo más que pueda con los recursos limitados que hay y voy a contribuir a tener un país mejor.  Yo creo que esa es la primera satisfacción.

Luego está la parte de los juicios, cuando uno tiene frente a sí personas con problemas y se enfrenta a las argumentaciones de los abogados, a la doctrina y al estudio que hay que hacer del caso; bueno, resolver un caso, eso da una satisfacción increíble.

Claro que no todos los casos la hacen sentir bien a una; pero en la mayoría de los casos el proceso de estudiar las posiciones y de emitir un fallo, y evitar un despojo, por ejemplo, eso da mucha satisfacción.

¿Usted cree que «ha hecho justicia»?

Creo que he contribuido mucho al sistema de justicia.  No puedo decir en 100% de los casos, porque no siempre está en las manos de una, ¿verdad?  Gran parte está en manos de los abogados, lamentablemente.  Creo que he hecho justicia en muchos casos.

¿Cuándo y cómo decidió usted dedicarse a la judicatura?

Con franqueza.  Cuando salí de la Universidad yo sentía que mis conocimientos en derecho procesal eran regulares.  No me atrevía a ir a la calle y poner una oficina y que llegara alguien y que en mi responsabilidad estuviera hacerlo mal o regular. Entonces dije no; definitivamente no estoy suficientemente bien preparada en el área procesal. Entonces vine al Tribunal, y dije bueno, voy a aprender. Vine a trabajar de pasante; y tuve la suerte de que me tocó una jueza maravillosa que me dio todas las herramientas, todo el apoyo y a los dos meses fui nombrada oficial sentenciadora; de modo que yo hacía los proyectos de sentencia de ella.  

Ella ahora está en la Sala Primera de magistrada, se llama María Eugenia Villagrán de León.  Ella tiene una maestría,  de la Marroquín, aunque es egresada de la Landívar.  Y bueno, con ella fue que yo le agarré este amor a la carrera judicial, y como le digo, entré sin la mínima intención de quedarme trabajando aquí.  

Vea lo que es descubrir el mundo, porque si usted viene por aquí el edificio es horrible, es sucio, se topa con los reos en las gradas, ¿verdad?, como que no es un lugar donde usted por naturaleza aspiraría trabajar. Entonces es como un descubrir de este mundo distinto y todo lo que tiene, y aquí estoy desde 1998.

Sin entrar a datos concretos, ¿cuál ha sido el caso que más satisfacción le ha dado?

Tal vez el caso que más satisfacción me ha dado, ni siquiera era juez sino era esta oficial que le digo que hacía los proyectos de sentencia. Era un juicio de un banco extranjero.  Eran doce piezas del tamaño de doce guías telefónicas, y para mis vacaciones de ese año me quedé trabajando en la Supervisión General de Tribunales haciendo esa sentencia.  

Si usted tuviera que recomendarle a alguien, a un graduado de la Marroquín, o a un graduado de cualquier universidad, ¿por qué le diría que vale la pena dedicarse a la carrera judicial?

Yo le diría& bueno, mucho se dice que esta es una carrera de vocación, pero yo no lo miro como los que se dedican a religiosos y dicen yo sentí «el llamado»& es muy raro que sienta ningún llamado si no ha experimentado lo que es. Entonces yo lo que les diría es que se atrevan, que prueben, y que vengan. Que conozcan este mundo tan diferente del que se conoce por fuera.  Es que si no lo hacen no hay palabras que yo les pueda explicar. 

¿Alguien le dijo que no lo hiciera? No te metas a eso…

No, no me dijeron eso.  Pero en otros términos por ejemplo un día me encontré con mi suegra y con una amiga suya. «¡Ah!, ella es mi nuera, ella es la que es juez» dijo mi suegra.  A lo que la amiga respondió «¡Huy!, pobrecita, ¿no ha conseguido otro trabajo chula?»  

Así es como lo ven a uno: pobrecita, no ha conseguido otro trabajo.   Cuando lo que me digo yo es que para mí es un orgullo, de verdad, estar sentada en esta silla. Y lo miro como un logro personal mío importante. Y que gozo cada día.

¿Piensa seguir en el organismo judicial? Es decir, hacer carrera… ¿piensa llegar algún día a la Corte Suprema, o a la Corte de Constitucionalidad? 

Pues creo que definitivamente; porque es natural que uno se quiera superar y escalar puestos.  Sin embargo estoy feliz en mi tribunal, cada vez que miro conformaciones de Salas, o de Cortes me digo qué rico que yo aquí dispongo. Aquí todo se hace como yo digo, todos vienen como yo digo, se está dispuesto como yo digo.  ¡Con lo difícil que es ponerse de acuerdo con otras dos personas que usted no conoce! 

Yo creo que por naturaleza uno quiere subir puestos. Dirá uno, bueno, ¿qué haría yo diferente, cómo podría ser mejor?   Pero no es algo que me mate.  Por ahora estoy contenta aquí. 

Si tuviera que volver a tomar las decisiones, ¿qué haría diferente?

¿Qué haría? Tal vez venir antes.  Tal vez conocer el sistema antes. 

¿Qué le recomendaría usted a alguien que tenga esa inquietud?  A alguien que esté ahora, digamos en su Cuarto, o Quinto año de la Universidad.

Es que no tienen la inquietud.  Ese es el problema, y se lo digo porque he llegado a dar un par de charlas a Landívar, yo ahí estudio una Maestría.  Y cuando miro a los jóvenes, a toditos los grupos, a jóvenes de la Marroquín que han venido aquí tal vez porque los mandan a hacer un deber. Se sienten como el espanto.  Yo les he preguntado, ¿alguno tiene  interés de ser juez? Y la respuesta ha sido cero, ni uno.  O sea, es difícil decirle mire si usted tiene inquietud& ¡No hay ni uno!  Ese es el problema.

¿Y si tuviera que convencer a alguno qué le diría?

¿Qué le diría? Bueno, le diría que pruebe.  Incluso yo primero comencé trabajando en el patronato de cárceles.  Mi mamá decía Pero qué horror. 

Y todo el sector público que a veces pareciera tan lejano y tan gris, tiene un montón de caminos y ofrece un montón de posibilidades hasta de crecimiento personal, profesional, tan amplio, y sobre todo para las mujeres; porque tiene la ventaja de ofrecer un horario generalmente fijo y conveniente, y ofrece muchas oportunidades de capacitación.  Estas son increíbles.  Si yo junto todos los diplomas que he recibido han de ser unos 50.  

Dicen, también, que las mujeres somos menos corruptas, no se.  Yo creo que los corruptores se intimidan cuando le van a ofrecer algo a una mujer, como que no se ve bien… no se por qué.

¿Alguna vez ha recibido presiones?

Sí; y las hice públicas. Puse la denuncia en la Corte Suprema, y como era un Amparo puse la denuncia en la Corte de Constitucionalidad, puse la denuncia en la Procuraduría de los Derechos Humanos, puse la denuncia en el Ministerio Público& yo puse la denuncia en todos lados. Y a los dos años vinieron de la Procuraduría de los Derechos Humanos, y bueno, yo dije: De qué me voy a acordar.  Hace dos años, no me acuerdo.  Entonces no pasó nada.

¿Qué es lo más feo de trabajar como juez?

Lo más feo, quizá, son aquellos casos en los que uno sabe que no está haciendo justicia al dictar la sentencia, pero que no tiene opción.  Por cómo es el sistema, ¿verdad? Porque si una parte no trajo una prueba, ¿qué va a hacer usted si ha de tener razón? El expediente y el proceso están escritos y con lo que haya, uno tiene que fallar.  O casos -porque no todo es blanco y negro- casos en los que usted dice, bueno, los dos tienen razón.  Pero como yo no soy un juez de equidad, soy un juez de derecho, yo no puedo decir sabe qué, el terreno se parte a la mitad, que les quede la mitad a cada uno.  No se puede.  Si uno está reclamando que es de él y otro está reclamando& bueno, algún fallo tiene usted que dar pero no es lo que usted crea, o sabe que el terreno que le quede a usted y usted páguele, yo que sé.  

Tantas formas que se logran como en otro tipo de soluciones.   Como conciliación y mediación, o arbitrajes de equidad.  Que digan: Bueno, mirá aquí lo justo es esto y así se hace.  Pero algunas veces no se puede hacer justicia y eso es lo peor.

Y otras experiencias de su educación que hayan influido en usted, que la hayan impactado.

A bueno, yo cuando entré aquí en 1998, al ratito, cuando ya me gustó, ingresé a la Escuela de Estudios Judiciales en 1999.  Que ahora por ley, para ser juez tiene una que ingresar a la escuela, y es por oposición.  Y luego de la Escuela de Estudios Judiciales fui nombrada juez y posteriormente hice un año de estudios de investigación en Harvard ¡y aquí estoy nuevamente!

¿En qué escuela de Harvard?

Es en un centro de investigación que se llama Weatherhead Center for International Affaires.

Usted ha involucrado en este trabajo a otras personas de la UFM…

Sí de mi promoción trabaja aquí, en el juzgado conmigo, Ana María López González e igualmente trabaja en la Corte Suprema de Justicia Karla Santizo Arriaga.

Si esta fuera la televisión y le dijeran: Usted tiene 30 segundos para decir algo, ¿qué diría?

Bueno, diría que se atrevan a buscar el trabajo más satisfactorio que hay, que se atrevan a esta experiencia de aprendizaje, porque realmente es un aprendizaje con cada uno de los casos, y que vengan a conocer este mundo desde otra óptica que la que tienen con esa visión negativa que es la que se escucha siempre en los medios de comunicación o la que tal vez han percibido en los pasillos de tribunales.

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