El 6 de septiembre del 2024, se llevó a cabo la exposición de pabellones inflables en el Jardín Manuel F. Ayau. Una de las alumnas que participó, María Alejandra Venegas, comentó que «estamos descubriendo cómo la arquitectura puede transformarse con diferentes materiales, usando el aire y el plástico, que son livianos». Además, el profesor Juan Díaz, uno de los docentes de Fundamentos de Diseño II y uno de los organizadores de la actividad, indicó que «este año, la mayoría de los hinchables superaron mis expectativas, porque los espacios interiores son muy buenos; cambian conforme avanza el día, y las sensaciones que generaron fueron muy interesantes».
Para esta actividad, en la Universidad Francisco Marroquín, los estudiantes de la Facultad de Arquitectura trabajaron en equipos. Uno fue conformado por María Alejandra Venegas, María Paulina Tejada y Edith Alvizurez. Esta última explicó que «el mayor reto del proyecto fue trabajarlo a escala real, porque es una experiencia totalmente diferente a la del prototipo. La verdad es que se nos complicó mucho más, ya que estuvimos trabajando en el sótano de la Plaza de la Libertad y nos faltó espacio, porque nuestro pabellón es enorme».
Otro equipo estuvo conformado por José Antonio Meneses, Samantha Sagastume y Warren Gustavo Méndez. El primero de ellos, mientras coordinaba su proyecto desde el cuarto piso del Edificio Académico, comentó que «la estructura inflable debía tener un toque artístico en cuanto a texturas, materiales, tamaños y formas. Aunque la mayoría logró el objetivo, algunos pabellones, por falta de aire o mal diseño, se cayeron». Los mayores retos, según José Antonio, fueron tanto conseguir el material en la Terminal, en la zona 4, para que no fuera tan caro, como cortarlo, pegarlo, armarlo e inflarlo. «Ese fue el problema más difícil», agregó.
Por un lado, Marcela Fuentes, quien hizo equipo con Sofía Petersen y Gabriel Kiehnle, explicó que «como nuestra estructura tiene picos, fue difícil que el aire llegara a ellos, porque los agujeros comunicantes quedaron pequeños. Tuvimos que volver a cortar y pegar para que el aire pudiera circular. La lección de esta experiencia fue que es mejor hacer las cosas bien desde el principio, en lugar de hacerlo rápido y pensar que los detalles se pueden arreglar en el camino».
Por otro lado, Pedro Juárez, cuyo equipo estuvo integrado por Fernando Ramírez y Montserrat Escalante, comentó que el proyecto consumió bastante tiempo «porque hubo que organizar al equipo, hacer un plan, planos y maqueta, y luego armar todo a gran escala. Si uno se organiza bien, es mejor. Me gustó el trabajo en equipo y probar materiales nuevos que nunca imaginé que podrían usarse para armar una estructura, como el plástico y el celofán, lo que hizo que algunas partes parecieran luces led y sorprendieran a varias personas». Además, a los estudiantes que realicen estos proyectos en el futuro, Pedro Juárez les aconsejó que escojan un buen grupo y planifiquen por lo menos con dos meses de anticipación, porque siempre habrá imprevistos y demoras. «Siempre hay que estar dos pasos adelante de cada situación y tener todo listo para evitar inconvenientes de última hora», concluyó.
Contacto:
Facultad de Arquitectura
arquitectura@ufm.edu
Guatemala, 24 de septiembre del 2024
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