El artículo de The Wall Street Journal está en goo.gl/zAcruh
Los responsables de las políticas públicas, en los Estados Unidos de América, harían bien en leer el nuevo estudio Global Entrepreneurial Monitor sobre las micro, pequeñas y medianas empresas en Guatemala, publicado por el Centro de Emprendimiento Kirzner, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín, escribió Mary O´Grady en The Wall Street Journal. El título de su artículo es How to Revive Central America.
Al comentar la reunión de junio pasado, en Miami, entre funcionarios del Triángulo norte y Mexico con el secretario de estado Rex Tillerson que habló de la necesidad de mejorar la competitividad económica de la región y de impulsar la voluntad de las empresas privadas, en Centroamérica.
Mary O´Grady explica que eso debería ser música para los oídos de los guatemaltecos ya que según el GEM Guatemala es número uno por su visión positiva de la actividad empresarial como una opción de carrera. También, Guatemala ocupa un lugar destacado (Nº 9) en cuanto al porcentaje de la población dedicada a nuevas empresas. Y, el país ocupa el lugar 12, en términos del porcentaje de la población que son empresarios latentes y que tienen la intención de iniciar un negocio en tres años. Los guatemaltecos emprendedores en fase temprana se ven a sí mismos como innovadores, y ocupan el séptimo lugar en la percepción de que ofrecen un producto que tiene una ventaja única y competitiva.
Sin embargo, explica la columnista, el afán de los guatemaltecos para dirigir un negocio no se ha traducido en prosperidad de la nación, y en ello reside la lección para Tillerson y sus amigos. El país ocupa un humilde puesto 59 en cuanto a las expectativas de los empresarios en el sentido de que podrían crear seis, o más puestos de trabajo en cinco años. También se hunde hasta cerca de la parte inferior del paquete (62) en cuanto a la creación de empresas de servicios. Más del 76% de las empresas están orientadas al consumo. Las empresas de servicios representan sólo el 3,4% de todas las empresas.
El fracaso en términos de creación de fuentes de trabajo y de crecimiento, así como la fuerte concentración de empresas en el sector de consumo, refleja que los empresarios guatemaltecos tienen dificultades para conseguir crédito. Eso no es inusual para una economía en la que más del 72% de las empresas opera en la informalidad y por lo tanto no pueden acceder al sistema bancario. Esas empresas generan ingresos; pero no son capaces de hacer inversiones para el crecimiento futuro.
La solución obvia para este y otros problemas que, O´Grady cita en su columna, es una revisión de los impuestos, la regulación y de los sistemas legales con el fin de aumentar la libertad económica. Una tasa de impuestos más baja y un código más simple les daría a las empresas un incentivo para operar legalmente, con lo que la ampliación de la base y la mejora del acceso al crédito.
En cambio, añade la columnista, las autoridades alentadas por el Departamento de Estado y el Fondo Monetario Internacional Guatemala-gastan sus recursos tratando de imponer un sistema complejo y costoso en una economía en la que la mayoría de las empresas son informales. Recientemente, la Comisión Internacional de las Naciones Unidas contra la Impunidad en Guatemala recomendó un nuevo impuesto para luchar contra “la impunidad”.
De ninguna manera se trata de atraer capital, o aumentar los ingresos. Tampoco el proteccionismo de Trump va a ayudar a que Tillerson le dé un giro a América Central. Las empresas no quieren fabricar en la región si no tienen acceso al mercado de los Estados Unidos. Si los EE.UU. quiere ver una recuperación económica en el Triángulo del Norte, tiene que reconocer la realidad del mercado, concluye O´Grady.
Contacto:
David Casasola
Global Entrepreneurship Monitor
gem@ufm.edu
Guatemala, 3 de julio de 2017
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