Un refugio para Amable Sánchez, diseñado por Fernando González Valverde, fue construido en el campus de la Universidad Francisco Marroquín, como parte del curso de Diseño 2 que se imparte en la Facultad de Arquitectura de esta casa de estudios.
Para llevar a cabo el proyecto, el poeta, columnista y abogado, Amable Sánchez fue entrevistado para conocer sus intereses y gustos de modo que el diseño respondiera a sus necesidades.
Al comentar su refugio, el doctor Sánchez indicó que «Siempre al servicio de la creatividad libre, la imaginación lo mismo puede hacer surgir un bosque en el mar que construir un velero en el bosque. El refugio que los alumnos del primer año de Arquitectura diseñaron y construyeron en el campus de la UFM, es un velero en el bosque: un ámbito para estar, pero también para navegar, sin moverse, por los mares de la fantasía y la contemplación. Y allá, más allá del mar -como escribió León Felipe- está la estrella que espera al navegante«.
El refugio fue diseñado por Fernando González Valverde y construido con el auxilio de otros estudiantes de Primer Año de Arquitectura divididos en equipos. Los catedráticos del curso son los arquitectos Ingrid de Gödo, Julián González, Ana Ingrid Padilla y Carlos Soberanis.
El primero equipo fue el encargado de pilotear, armar columnas y armaduras para el soporte de los pisos. Esto fue hecho por dos grupos el de Sofía Weller y Fernando González. Se hizo con extractores de tierra, bambú, cuerda y cables de tensión.
El segundo equipo fue el de los encargados de armar los pisos de madera de encino, debido que la madera venia en tablas de 4 metros de largo, 30 cm. de ancho y 1 pulgada de grosor, se tuvo que cortar con sierras eléctricas y darle las formas debidas de las plataformas, armar vigas, soportadas por cuñas y todo esto unido por clavos. Los grupos encargados eran el de Linda Amezquita, Diana Lee, José Miguel Benítez y Odra Girón.
El tercer equipo fue el de los encargados de la construcción de techos a base de lona vinílica tensados por cuerda y cables de acero de tensión. Los grupos encargados eran los de Cristian Astillón y Ana Gabriela Aguilar.
Con respecto a la naturaleza del proyecto, un refugio puede ser entendido como un espacio que proporciona a sus habitantes albergue y protección de un entorno del cual deseen aislarse. En el caso de un refugio para un personaje, este debe reconocerse como un espacio íntimo, que no solo responde a los requerimientos primordiales de aquella persona a la que alberga, sino que también expresa sus cualidades y características principales.
Otros cuatro proyectos compitieron por la posibilidad de ser construidos y estaban diseñados por los profesores Roberto Blum, Armando de la Torre y Fernando Monterroso, quienes actuaron como jueces en el certamen.
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