Andrés Marroquín, sexto de izquierda a derecha, con un grupo de estudiantes, en Chajul. Los acompaña un niño de la localidad y Arturo Krolic, tercero y cuarto en el orden usual |
Con los propósitos de que los estudiantes conversen con personas fuera del salón de clases y conozcan nuevas opciones y formas de vida, estudiantes del curso de Etnografía y Trabajo de Campo, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Francisco Marroquín, visitaron Chajúl, en Quiché, durante el fin de semana del 9 de junio de 2007.
«Un curso de etnografía y viajes de campo tiene como propósito hacer que los estudiantes conversen con personas fuera del salón de clase. Creo que cuando visitamos a las personas en el lugar donde viven, o donde trabajan, obtenemos ideas más claras sobre su forma de vida y sus opciones», explicó el doctor Andrés Marroquín, profesor del curso.
«Nuestro primer viaje fue a Chajul, Quiche. Este municipio fue parte del triangulo Ixchil y fue muy afectado por el conflicto armado, mantiene todavía muchos aspectos culturales que se mezclan con el mundo económico. Por ello, en Chajul nos enfocamos en estudiar aspectos culturales que afectan el área económica, o aspectos económicos que tienen repercusiones en la cultura», añadió.
«Los estudiantes conversaron con los pobladores; por ejemplo, con mujeres indígenas mientras ellas cocinaban tamalitos, cocían el maíz, o molían el chile para el chirmol. Mis estudiantes conversaron sobre las migraciones de personas de Chajul a la ciudad capital y a los Estados Unidos; también sobre la manera en que los pobladores resuelven conflictos (algunas veces mediante linchamientos), y sobre el uso del traje típico. Por ejemplo algunos estudiantes concluyeron que el traje típico fue abandonado por los hombres debido a razones económicas; sin embargo, el hecho de que las mujeres todavía usen el traje pone en duda esta teoría. Creo que lo más valioso de estos viajes son las conversaciones informales que surgen, generalmente sobre temas controversiales, como el aborto, políticas de desarrollo económico, entre muchos otros», concluyó.
«Nos hospedamos en la posada de la Asociación Chajulense. Los estudiantes pudieron observar bastante de la realidad del interior del país, a la vez que pudieron hacer comparaciones entre los pueblos que pasamos y el efecto que el mercado ha realizado tanto en la cultura como en el desarrollo de estas comunidades», explicó Cristina Galindo, profesora auxiliar del curso.
«Nuestro viaje a Chajul contribuyó a la generación de un debate puro y sincero en cuanto a nuestras diferentes formas de ver el mundo, y en la relación de la teoría económica con los factores culturales de una comunidad; así como a disminuir la brecha entre ambos aspectos, duales, pero a la vez aplicables a la realidad nacional», dijo el estudiante Manolo Estrada.
«En términos de percepciones, antes de llegar casi todos compartimos la misma: la de un pueblito alejado muy atrasado económicamente; pero nos encontramos con un pueblo con una buena cantidad de hispano hablantes y una economía creciendo apresuradamente por la construcción de carreteras», añadió Gustavo Molina.
«Tuvimos la gran oportunidad de hablar con la gente, conocer su cultura, sus problemas y ambiciones. Fuimos afortunados de gozar de la disponibilidad de muchos chajulenses de invitarnos a pasar a sus casas y contarnos anécdotas de sus vidas», explicó Rodrigo de Paz.
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